¿ESTAS TRISTE? ¡DESCUBRELO!

La tristeza es una de las seis emociones básicas (no natales) del ser humano según Paul Ekman, junto con el miedo, la ira, el asco, la felicidad y la sorpresa. Es una clase de dolor emocional o estado afectivo provocado por un decaimiento espiritual y expresado a menudo mediante el llanto, el rostro abatido, la falta de apetito, la lasitud etc. A menudo nos sentimos tristes cuando nuestras expectativas no se ven cumplidas o cuando las circunstancias de la vida son más dolorosas que alegres. El sentimiento opuesto es la alegría.

La palabra española tristeza viene del latín, tristicia, aunque también era conocida con el helenismo melancolía; en el mundo antiguo era considerada una enfermedad psicosomática derivada, en la teoría de los cuatro humores de Hipócrates, del predominio de la bilis negra;​ este gran médico antiguo enumera sus síntomas: falta de apetito, abulia, insomnio, irritabilidad, agitación,​ y precisa en sus Aforismos que se vuelve patológica cuando une «todos los miedos y abatimientos, si duran mucho tiempo». Muchos de los rasgos descritos por Hipócrates se encuentran entre los síntomas definitorios de la depresión para la medicina moderna. Desde el punto de vista de la astrología, se producía por la influencia del planeta Saturno.

En la Edad Media llegó a ser considerada uno de los ocho pecados o vicios capitales en la lista de los Siete pecados capitales de Gregorio Magno, quien acogió la acidia en la pereza para reducir el número).​ Tomás de Aquino la define en el «Tratado de las pasiones» que incluye en su Suma teológica como una pasión del alma de la especie del dolor, pero en su modalidad interna y no externa, y de carácter espiritual, no físico. Procede de la frustración de un deseo, la pérdida de un bien o la presencia de un mal; propone cinco remedios para aliviarla o mitigarla: el placer o delectatio, que es el descanso del alma como la tristeza es su cansancio; el segundo es el llanto, desahogo del dolor que impide su enquistamiento y lo alivia; el tercero es la compañía y el amor de los amigos; el cuarto es la «contemplación de la verdad»; el quinto es, curiosamente, «el sueño y el baño».

La tristeza puede ser también un síntoma del trastorno médico de la depresión o la distimia, que se caracteriza, además de por un abatimiento general de la persona, por el descenso de la autoestima  y los sentimientos de pesimismodesesperanza y desamparo, por una tristeza profunda y crónica, esto es, duradera en el tiempo. En psiquiatría se habla de tristeza patológica cuando hay una alteración de la afectividad que produce un descenso del estado de ánimo, que puede incluir también anhedonia, pesimismo, desesperanza y disminución de la motivación. La tendencia alternativa entre las emociones de alegría y de tristeza es la labilidad emocional.

Los síntomas más evidentes de la tristeza en el ser humano son el llanto, la lasitud o desgana, la astenia, marasmo o estolidez, el nerviosismo y el decaimiento moral.

La tristeza es una experiencia común en la infancia. Algunas familias pueden tener la idea (consciente o inconsciente) de que la tristeza no debe «permitirse» en esta época de la vida, pero Robin Skynner ha sugerido que esto puede causar problemas, argumentando que si se elimina la tristeza la gente puede volverse superficial y maníaca. El pediatra T. Berry Brazelton sugiere que reconocer la tristeza puede hacer más fácil que las familias aborden problemas emocionales más serios.

La tristeza es parte del proceso natural del niño que se separa de una simbiosis temprana con la madre y se vuelve más independiente. Cada vez que un niño o niña se separa un poco más, tendrá que hacer frente a una pequeña pérdida. Si la madre no puede permitir el menor sufrimiento involucrado en este proceso, el niño nunca podrá aprender a lidiar con la tristeza por sí mismo. Brazelton sostiene que «animar» demasiado a un niño devalúa la emoción de la tristeza para ellos;​ y Selma Fraiberg sugiere que es importante respetar el derecho del niño a experimentar una pérdida completa y profundamente.

Margaret Mahler también vio la capacidad de sentir tristeza como un logro emocional en contraposición, por ejemplo, a protegerse a través de la inquieta hiperactividad. D. W. Winnicott también vio en el llanto triste la raíz psicológica de valiosas experiencias musicales en la vida posterior.

La tristeza es necesaria como desahogo, pero debe controlarse para que no se prolongue y cause daño al volverse una patología o enfermedad mental crónica. Daniel Goleman explica que «las personas solas a menudo tienden a estar tristes… Por desgracia, dejarlos caer solo empeora su estado. La única estrategia que adoptan es quedarse solas…»​ «rumiando y ahogando el dolor», algo contraproducente. La atención y la paciencia con la tristeza es la única manera de enseñar a las personas a salir de la soledad.​ Goleman sugiere dos alternativas positivas que recomiendan las terapias cognitivo-conductuales: «Una de ellas, aprender a controlar las emociones negativas para convertirlas en pensamientos positivos. La otra consiste en ocupar la mente con actividades placenteras». Las teorías de las relaciones de objeto, sin embargo, sugieren la utilidad de permanecer en la tristeza: «Es importante transmitir a una persona que su tristeza es «aceptada» más fácilmente cuando se le ofrece un «apoyo emocional» para ayudar a superar esta tristeza».​ Tal enfoque se alimenta de la creencia subyacente en que la pérdida (cuando se siente sinceramente) puede conducir a una nueva fase de vitalidad y a un re-compromiso con el mundo exterior.

Cuando algunas personas se sienten tristes, prefieren retirarse de su entorno y, gracias a ello, son más capaces de salir de ella. A expensas de los individuos que tienen su propia manera de curar su tristeza pueden pasar tiempo con otras personas o con una mascota o animal de compañía, o expresar esta tristeza de varias maneras, por ejemplo bailando, escribiéndola o creando arte. En todo caso, algunos de los mecanismos de adaptación y resiliencia incluyen buscar el apoyo de otros, pasar tiempo con una mascota o participar en cualquier actividad que le ayude a expresar ese sentimiento o a dar dimensiones agradables a la vida. Otras personas pueden ser temporalmente excluidas del entorno social siempre y cuando esto ayude a recuperarse de su decaimiento. Para los que padecen tristeza de un modo orgánico y patológico (es decir, originado por su organismo como enfermedad) existe también el tratamiento farmacológico y los procedimientos complementarios ya citados. El cultivo de las virtudes teologales y de las virtudes cardinales ayuda asimismo.

¡Esto no es todo amig@|

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Tú que has perdido el trabajo o, tú, que eres autonomo y que ves que cada día los gastos superan los ingresos. Seguro que a veces has pensado en ganar algún dinero extra haciendo trabajos poco éticos.

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