
La violencia de género es un tipo de violencia física, psicológica, simbólica e institucional, ejercida contra cualquier persona o grupo de personas sobre la base de su orientación o identidad sexual, sexo o género que impacta de manera negativa en su identidad y bienestar social, físico, psicológico o económico.

La violencia de género presenta distintas manifestaciones, como actos que causan sufrimiento o daño, amenazas, coerción u otra privación de libertades. Estos actos se manifiestan en todos los ámbitos de la vida social y política, entre los que se encuentran la propia familia, el Estado, la educación, los medios de comunicación, las religiones, el mundo del trabajo, la sexualidad, las organizaciones sociales, la convivencia en espacios públicos, la cultura, etc.

«Aunque hombres y niños son frecuentemente víctimas/sobrevivientes de violencia sexual, las estadísticas confirman que la mayoría de las víctimas/sobrevivientes son mujeres y niñas»;
Dentro de la noción de violencia de género se incluyen actos como asaltos o violaciones sexuales, prostitución forzada, discriminación laboral, el aborto selectivo por sexo, violencia física y sexual contra personas que ejercen la prostitución, infanticidio en base al género, castración parcial o total, mutilación genital femenina, tráfico de personas, violaciones sexuales en guerras o situaciones de represión estatal, acoso y hostigamiento sexual —entre ellos el acoso callejero—, patrones de acoso u hostigamiento en organizaciones masculinas, ataques homofóbicos y transfóbicos hacia personas o grupos LGBT+, el encubrimiento y la impunidad de los delitos de género, la violencia simbólica difundida por los medios de comunicación de masas, entre otros.

La violencia de género presenta diversas características diferentes a otros tipos de violencia interpersonal, y normalmente se la asocia a la violencia contra la mujer, aunque no son sinónimos debido a la amplitud que abarcan las distintas formas de violencia y a que no todos los estudios se enfocan en las definiciones, identidades y relaciones de género; así, no toda la violencia contra la mujer puede identificarse como violencia de género, ya que el término hace referencia a aquel tipo de violencia que tiene sus raíces en las relaciones de género dominantes existentes en una sociedad, por lo que es habitual que exista cierta confusión al respecto y por ende, existe cierta falta de consenso.
Tiende a confundirse con la violencia doméstica, término más restringido que, aunque está íntimamente relacionado, incluye la violencia «en el terreno de la convivencia familiar o asimilada, por parte de uno de los miembros contra otros, contra alguno de los demás o contra todos ellos», y donde se incluyen además de las mujeres, a niños, ancianos e inclusive varones. Para algunos juristas ambos términos son «confusamente utilizados en gran parte de los estudios jurídicos e incluso de las leyes o normas que se han encargado de su regulación». Algunas investigaciones utilizan «violencia de género en el espacio familiar» con el fin de diferenciarla.

La violencia es un concepto de múltiples dimensiones y connotaciones, que de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud incluye «el uso intencional de fuerza, poder físico, o amenazas, en contra de uno mismo, otra persona, o en contra de un grupo o comunidad, cuyo resultado desemboca con alta probabilidad en lesiones, muerte, secuelas psicológicas, o mal comportamiento». Los estudios que abordan este tema utilizan diversos términos para hacer alusión a ella, tales como agresión, conflicto, delincuencia, desórdenes de conducta, comportamiento criminal, comportamiento antisocial, violencia u otros; además, remiten a variadas teorías multidisciplinares, que han intentado definir desde su óptica, si el comportamiento violento es constitutivo del ser humano o nace de la influencia de la cultura.

La Asociación Estadounidense de Psicología señala que la diversa evidencia existente sugiere que la violencia es un comportamiento aprendido, lo que no significa que factores psicológicos o temperamentales no estén relacionados con la manifestación de un comportamiento agresivo o violento, sino que, para muchos individuos, la violencia está subordinada a un conjunto de normas socioculturales y expectativas de roles que debe tener una persona en la sociedad.
De acuerdo con los datos del Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades de España (actualizados al 22 de octubre, 2019), las víctimas mortales por violencia de género (según características relacionadas con la tutela institucional) están clasificadas de acuerdo al número de casos en total (49); de los cuales, hay algunos que ya cuentan con denuncias previas (22,4%), ya sean impuestas por la víctima (81,8% de las denuncias) o por terceros (18,2%), arrojando como resultados finales que el 77,6% de los casos presentados no cuentan con denuncias previas. Las relaciones de parentesco víctima-agresor fueron principalmente de pareja (71,4%), o ex pareja/en proceso de ruptura (28,6%).

Las comunidades autónomas que presentan mayor número de casos de víctimas mortales son (en orden): Andalucía (11), Cataluña, la Comunidad Valenciana, y las Islas Canarias (7 en cada una), y Madrid (6), mientras que las que menos casos presentaron (ninguno) fueron las Asturias, Castilla – La Mancha, Extremadura, Navarra, País Vasco, La Rioja, Ceuta y Melilla.

El grupo de edad tanto de agresores como de víctimas que más agresiones presentó fue el de 41 a 50 años (20/49 y 24/49, respectivamente). Incluso se llegaron a suscitar suicidios por una parte de los agresores, que en porcentajes queda expresado como: suicidio consumado (28,6%), tentativa no consumada (6,1%) y sin tentativa (65,8%).

De acuerdo con la macroencuesta hecha por la misma institución en 2015, entre el 85,1% y 95% de las encuestadas (según grupos de edad; 16-75 o más años) aseguraron no haber sufrido física por parte de cualquier pareja tenida a lo largo de su vida, mientras que el porcentaje de encuestadas que alegaron haber sufrido violencia de moderada a severa oscila entre 1,6%-5,4% y 2,6%-9,1%, correspondientemente.
En España está vigente desde 2004 la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, que incluyó varias medidas de diversa clase.

Sin embargo, su principal aportación ha sido habilitar el teléfono de ayuda a la mujer agredida, que es el 016, el cual está activo permanentemente (las 24 horas, los 7 días de la semana, y todos los días del año), y es gratuito. Puede atender en 51 idiomas. Este número no aparece en la factura del teléfono para evitar que el maltratador descubra que su pareja ha llamado allí, pero, dependiendo del caso, puede aparecer en otros registros, por lo que se recomienda hacer este tipo de llamadas desde un teléfono público o pedirle su teléfono a alguien para realizarlas.

También es posible avisar de casos de violencia de género en la Web de Colaboración Ciudadana por cualquier persona, y aportando sólo los datos que uno desee ya que no tienen carácter de denuncias.
¡Esto no es todo amig@!
Todos, absolutamente todos, hemos presenciado algún caso de este tipo de violencia. Las mujeres que lo sufrís calláis, enmascaráis la realidad, es mas, hasta creéis que os lo merecéis.
No denuncias a tu agresor quizás por vergüenza o porque es el padre de tus hijos. Te dices a ti misma ¿como voy a dejar sin padre a mis hijos, verdad? Te diré una cosa y, por favor, grabátela: TUS HIJOS TAMBIÉN SON VÍCTIMAS de esta violencia. La mayoría de los hijos también tienen que recibir atención psicológica.
Se que, ahora mismo, no tienes ganas de luchar, de seguir para adelante. Tu maltratador te ha bajado la autoestima al suelo, por favor y valga la revundancia, hazte a ti un favor y denuncia. No te lo mereces y tus hijos no se lo merecen.
Estoy aquí para ayudarte, quizás porque yo he sufrido no esa violencia pero quizás otro tipo de violencia, quizas porque he visto esta violencia en la calle o he oído gritos y me he quedado callada. Quizás por esa amiga a la que no escuche y se quito la vida porque no aguantaba más. Por todas ellas hoy quiero ayudarte a ti, se lo debo a ella y te lo debo a ti. Porque a cualquiera nos puede pasar, ponte en contacto conmigo, no importa la hora que sea, da tu gran paso hacia tu libertad y felicidad:
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¡Por ti! ¡Por mi! ¡Por nosotras! ¿Hablamos?
