¿ERES NARCICISTA?

El narcisismo es el amor que se dirige un sujeto a sí mismo. Alude al mito de Narciso, que se ahogó al intentar besar su propia imagen reflejada en el agua.

Sigmund Freud lo introdujo en su obra, pero con una definición más difusa.

Si bien se puede aludir a una serie de rasgos propios de la personalidad normal, el narcisismo puede también manifestarse como una forma patológica extrema en algunos desórdenes de la personalidad, como el trastorno narcisista de la personalidad, en que el paciente sobrestima sus habilidades y tiene una necesidad excesiva de admiración y afirmación.

En su uso coloquial designa un enamoramiento de sí mismo o vanidad basado en la imagen propia o ego. Como ya se dijo, la palabra procede del antiguo mito griego sobre el joven Narciso, de especial hermosura, quien se enamoró insaciablemente de su propia imagen reflejada en el agua.

La psicología humanista considera que el narcisismo patológico coincide con autoestima baja o errónea.

Desde el punto de vista psicológico y social, se puede distinguir un significado psicogenético o psicoevolutivo: el narcisismo como un escalón necesario y ubicuo del desarrollo de la personalidad. En los adultos, una razonable cantidad de narcisismo sano permite equilibrar la percepción individual de las propias necesidades en relación con los otros.

Existe además el narcisismo patológico, diagnóstico de uso habitual en psiquiatría y de connotaciones negativas. Este designa un rasgo de la personalidad, caracterizado por una baja autoestima acompañada de una exagerada sobrevaloración de la importancia propia y de un gran deseo de admiración por los demás.

Fuera del ámbito psicológico, los términos «narcisismo» y «narcisista» son frecuentemente utilizados peyorativamente denotando vanidadpresunciónegocentrismo o simple egocentría. Aplicado a un grupo social es frecuentemente utilizado para denotar elitismo o indiferencia a la difícil situación de los demás. En las situaciones de discusión, sin embargo, estos términos se utilizan para dibujar paralelismos entre las quejas sobre comportamientos centrados en uno mismo y el trastorno de personalidad narcisista más que hacia la autoestima sana.

Se estima que en la población general la prevalencia a lo largo de la vida es del 1 %, y en las poblaciones clínicas está entre el 2 y el 16 %. Entre el 50 y 75 % de las personas diagnosticadas son varones.

Resulta desconcertante para muchos el hecho de que el narcisista suela exhibir una aparente autoestima formidable y, socialmente, aparece como una persona muy segura, sabedora de lo que quiere y completamente resuelta. En realidad, con ello el narcisista está camuflando su vacío interno, su carencia real de autoestima. En la infancia temprana de estos individuos, se encuentra a menudo una actitud indiferente o minusvaloradora por parte de sus progenitores, lo cual les deja una inseguridad que tratan de compensar por medio de una autoevaluación exagerada, irreal e inflada. Algunos clínicos explican la personalidad narcisista sobre la base de una carencia emocional temprana producida por una madre o padre emocionalmente frío o indiferente o con una agresividad encubierta hacia su hijo. La consecuencia es que los narcisistas necesitan mirarse continuamente en el espejo de los demás para saber quiénes son y, al descubrir una pésima imagen de sí mismos, se ven en la necesidad de ocultarla y esconderla. Desarrollan entonces en compensación una imagen artificialmente sobrevalorada hasta lo patológico. Las personas inteligentes, sanas, que se percatan de la artimaña, o que simplemente son más valiosas o agraciadas que ellas se convierten entonces para el narcisista en una amenaza para esa imagen artificial con la que el narcisista sustenta su autoestima, por lo que su comportamiento con ellos es manipulativo y, cuando la manipulación no surte efecto, perseguidor. También se le atribuye a una infancia con excesivos halagos por padres que vacían su frustración en posibles talentos del niño, por lo que crece pensando que es superior a los demás.​ En la actualidad, se le asocia a factores genéticos.​

Los sujetos narcisistas poseen una autoestima muy vulnerable, siendo por esto muy sensible al «ultraje» de la crítica o la frustración; en relación con esto, las críticas pueden llegar a obsesionarles y hacer que se sientan hundidos y vacíos. Otro síntoma es el deterioro de sus relaciones sociales como consecuencia de su pretenciosidad y necesidad constante de admiración. Otro síntoma es la incapacidad para arriesgar nada por la posibilidad de frustración que eso conlleva. 

En el ámbito social los narcisistas naufragan. Las demás personas solo cuentan para ellos como posible fuente de gratificación, devolviendo la imagen de sí mismos cuya carencia les atormenta y que anhelan insaciablemente. Por ello suelen elegir profesiones que les proporcionen notoriedad social, reconocimiento o incluso fama.

La personalidad narcisista se caracteriza por un patrón grandioso de vida, que se expresa en fantasías o modos de conducta que incapacitan al individuo para ver al otro. La visión de las cosas del narcisista es el patrón al cual el mundo debe someterse. Para los narcisistas, el mundo se guía y debe obedecer a sus propios puntos de vista, los cuales considera irrebatibles, infalibles, autogenerados. Las cosas más obvias y corrientes, si se le ocurren al narcisista, deben ser vistas con admiración y se emborracha en la expresión de las mismas. Hay en el narcisista una inagotable sed de admiración y adulación. Esta necesidad lo incapacita para poder reflexionar tranquilamente y valorar serenamente la realidad. Vive más preocupado por su actuación, en cuanto al efecto teatral y reconocimiento externo de sus acciones, que en la eficacia real y utilidad de las mismas. En resumen, las personas narcisistas, aun cuando pueden poseer una aguda inteligencia, esta se halla obnubilada por esa visión grandiosa de sí mismas y por su hambre de reconocimiento. Llama la atención, entonces, cómo muchas personas pudiendo ser exitosas, productivas y creativas, someten su vida a aduladoras mediocridades. Cuando los narcisistas ejercen posiciones de poder, se rodean de personas, que por su propia condición, son inferiores a él o ella, y de otras, que le harán la corte solo en función de un interés mezquino. Ellas, drogadas por su discurso auto-dirigido, no son capaces de reflexionar y escuchar lo que el mundo externo les grita.

Por otro lado, la personalidad narcisista es, en sí misma, es una forma de supervivencia. Hemos visto en el mito cómo Narciso es el producto de una acción terrible. La personalidad narcisista nace de una violencia, de un terrible trauma, de una herida inferida al individuo en sus primeras etapas del desarrollo o antes, cuando la herida es la madre y ella trasmite al hijo su resentimiento, su dolor, su rabia y su temor. Se refugia, el traumatizado, en su propia imagen de grandiosidad, ello le permite elevar su maltrecha auto-estima y sentirse un poco mejor consigo mismo. Su hambre insaciable de reconocimiento se asila en la admiración y la adulación de quienes lo circundan.

El narcisista es una persona que puede ser muy exitosa, en cuanto al brillo externo se refiere. Él no se plantea dudas en cuanto a la realidad de sus ideas, sean estas brillantes o no. Así vemos cómo personas con una inteligencia mediocre y una cultura pobre, escalan posiciones sorprendentes, para ellas el recapacitar no existe.

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