¿COMPARTIMOS?

El hecho de compartir hace referencia al darlo a otras personas en común de un recurso o un espacio. En sentido estricto, hace referencia al disfrute simultáneo o uso alternativo de un bien finito, como un monte públicos o un lugar de residencia.

En un sentido más amplio, compartir hace referencia a la concesión gratuita de un uso que es susceptible de ser tratado como un bien sin rival por no ser tangible, como es la información. Más ampliamente, puede hacer referencia al concepto de donar; el objeto compartido no vuelve a la persona que lo pone en circulación.

Compartir juega un rol muy importante en la economía del don, pero también en la economía de mercado, ejemplo es el hecho de compartir vehículo en desplazamientos cortos y viajes.

También es el proceso de dividir y distribuir. Además de los ejemplos que podemos observar en la actividad diaria de los seres humanos, podemos encontrar muchos ejemplos en la naturaleza. Cuando un organismo toma oxígeno, sus órganos internos están diseñados para dividir y distribuir la energía recién tomada. Las flores dividen y distribuyen sus semillas.

Compartir es la figura central en el desarrollo del software libre y el de código abierto, con implicaciones económicas clara. Ello contribuye a la necesidad de revisar las definiciones de licencia, patente, propiedad intelectual y copyright, así como nuevas aproximaciones como la licencia Creative Commons y la GPL es cuando un equipo destina espacios para recursos. asume funciones de servicios

Las comunidades humanas han compartido desde el principio de los tiempos los recursos, como forma de supervivencia.

La compartición en sentido económico solta el concepto de propiedad del concepto de bien. Los productos son vendidos a menudo a alguien que los utilizará. La compartición de un producto puede reducir la demanda del mismo reduciendo el número de personas que quieren adquirirlo. La compartición es considerada una ayuda económica y ambiental a través de prácticas como el carpooling. Algunos hombres de negocios piensan que sea una amenaza por una reducida ganancia. Esto ha llevado a leyes como el copyright para bloquear la compartición. Es difícil sino imposible valorar el efecto en la ganancialidad porque se basa en asumir algunos axiomas sobre el comportamiento y sobre las elecciones de diferentes individuos, partidos entre el aumento de salidas debidas a la publicidad que resulta del empleo del producto de un amigo y el efecto de las ventas fallidas debidas al uso mismo. Según otros expertos la economía del don puede desempeñar un papel significativo en la economía de mercado.

En el actual debate filosófico, el tema de la compartición está estrechamente entrelazado con los temas de las problemáticas económicas y sociales. La crisis económica que se ha acentuado a partir de 2008​ ha favorecido el debate de filósofos y sociólogos sobre los temas de la compartición y del solidarismo, considerados como posibles soluciones para resolver muchos de los problemas del mundo moderno y liberar la buena voluntad de los hombres. Sustituyéndose a la competencia, a la avidez y al egoísmo, la compartición y la cooperación son además consideradas las vías de acceso más importantes a la felicidad de los individuos y de los grupos, siendo capaces de favorir un clima más sereno, gracias al cual se pueden apreciar mejor la belleza de las relaciones y el respeto al medio ambiente.

El reciente terremoto financiero y bursátil ofrece por ejemplo al filósofo Michel Serresla ocasión para reflexionar en general sobre el fenómeno de la crisis. En su opinión, cuando se vive una crisis, no hay posibilidad de volver atrás. Hay que inventar algo nuevo y tener el coraje de cambiar. Al contrario, según él, lo que impresiona es la ausencia de cambio de las instituciones no obstante los grandes trastornos que en los últimos decenios han transformado la humanidad. Él identifica en tal fenómeno la auténtica crisis, de la cual sería necesario empezar para reflexionar sobre el pasado, poner en discusión la relación que los hombres tienen entre ellos y con el mundo.4​ El escenario de ideas que se abre a partir de reflexiones similares lleva a identificar en la compartición una nueva actitud posible para hacer frente a una crisis que no solo es económica o pertinente al mundo financiero, sino que implica directamente al sistema de los valores éticos.

Precisamente a partir de una reconsideración de los valores éticos procede la reflexión del sociólogo Gianpaolo Fabris, según el cual, en una fase de preocupante distancia entre economía y sociedad, es posible hablar de un cambio «en la antropología de los consumos y estilos de vida»,5​ que tienden progresivamente hacia nuevas formas de compartición. Según Fabris el «crecimiento económico» así como se ha manifestado tradicionalmente no produce más bienestar ni mejora la calidad de vida de los individuos, los cuales se orientarían cada vez más hacia una cultura del don: «Es la tendencia, de veras extraordinaria a sustituir la posesión por el uso, la adquisición por el alquiler, la propiedad por el acceso. Una orientación que indica una vistosa toma de distancia del fetichismo del objeto, de su atesoramiento, de la simbología de status, de la posesión que hace agio en la fruición, de la acumulación compulsiva: es decir los fundamentos más inquietantes de la sociedad de los consumos».

La Tercera revolución industrial representería la última fase de la grande saga industrial y la primera de una emergente era caracterizada por la compartición. Ésta no sería más que «el interregno entre dos períodos de la historia económica: el primero caracterizado por el comportamiento industrioso y el segundo por el comportamiento colaborativo».​ Si la era industrial ponía especial énfasis en los valores de la disciplina y del duro trabajo, en el flujo de la autoridad del alto al bajo, en la importancia del capital financiero, en el funcionamiento de los mercados y en las relaciones de propiedad privada, la era de la colaboración y de la compartición, radical viraje de la historia económica, según Rifkin no podrá menos que ser orientada a la interacción de igual a igual, al capital social, a la participación a dominios colectivos abiertos, al acceso a las redes globales.

La democratización de la energía se vuelve uno de los puntos fundamentales de la nueva visión social distribuida. El acceso a la energía se vuelve un derecho social inalienable en la era de la Tercera revolución industrial. El Novecientos vio la extensión de las garantías políticas y el ensanchamiento de las opurtunidades educativas y económicas a millones de personas en todo el mundo. En el XXI siglo también el acceso individual a la energía se vuelve un derecho social y humano. Según Rifkin, cada ser humano debe tener el derecho y la oportunidad de producir la propia energía localmente y de compartirla con otros en interredes locales, nacionales y continentales. Por una nueva generación que está creciendo en una sociedad menos jerárquica y más interconectada, la capacidad de compartir y producir la propia energía en una inter-red de libre acceso será considerada un derecho y una responsabilidad principal. el echo de compartir es importante,por eso hay que ponerlo en practica.

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